Se
conoce como la Noche de los Lápices a una serie de diez de estudiantes de
secundaria, ocurridos (6 de ellos) durante la noche del 16 de Septiembre de
1976 y el resto los días posteriores, en
la ciudad de la Plata. Este suceso es presentado por los organismos abocados a
la defensa de los derechos humanos como el más emblemático de la represión impuesta por la dictadura militar que gobernó
Argentina entre los años 1976 y
1983.
Los
estudiantes secuestrados permanecieron durante su secuestro sometidos a
diversos tipos de torturas y vejámenes en cárceles clandestinas, tres de ellos
fueron liberados durante 1979, un cuarto
durante 1980, los otros 6 aún continúan desaparecidos: Claudio de Hacha, 17
años (desaparecido), María Clara Ciocchini, 18 años (desaparecida), María
Claudia Falcone 16 años (desaparecida), Francisco López Muntaner 16 años,
(desaparecido), Daniel A, Rasero, 18 años (desaparecido), Horacio Ungaro 17
años (desaparecido), Emilce Moler, 17 años, (sobreviviente), Gustavo calotti, 18 años, (sobreviviente), Pablo
Díaz, 18 años (sobreviviente), Patricia
Miranda, 17 años (sobreviviente).
La
doctrina de la seguridad nacional daba a la dictadura militar el fundamento
ideológico para usar los dispositivos civiles (triple A) y militares que le
permitieran desarticular la actividad política, reprimir y exterminar a quienes
cuestionaban los “fundamentos esenciales de la Nación”. Bajo la palabra
“subversivo” se denominaba a todos aquellos considerados enemigos de la Patria,
quienes supuestamente alteraban el orden social y contradecían los valores e
instituciones de una sociedad estructurada bajo el ideario de las Fuerzas
Armadas. El resguardo de un orden sujeto a los principios de la “civilización
occidental y cristiana” y del capitalismo constituyó la justificación para la
implantación de un régimen basado en el terror. Los militantes políticos y
sociales, la mayoría de ellos jóvenes, fueron las principales víctimas de
terrorismo de Estado.
En
el contexto de la doctrina de seguridad nacional adoptada como principio guía
del comportamiento político-militar de la dictadura no resultó extraño que la
propia información oficial justificara
el operativo apelando a la condición de líderes que ostentaron los
secuestrados en las marchas y ocupación de establecimientos
escolares por la restitución de la
rebaja del boleto escolar secundario acaecidas durante el mes de septiembre del
año 1975 en todo Buenos aires y liderada por los centros de estudiantes de los
colegios de La Plata, en los cuales los 10 secuestrados estudiaban y eran
dirigentes de sus centros de alumnos. Aunque la movilización logra restituir el
mes siguiente el beneficio, el Gobierno
vuelve a suspenderlo el año 1976, los estudiantes habrían sido secuestrados
entonces como medida de prevención para evitar la repetición de los sucesos
acaecidos el año anterior.
Esta
hipótesis es sostenida también por la CONADEP, (Comisión Nacional de Detención
de Personas) según la cual los muchachos fueron secuestrados por haber
participado en la campaña por el boleto estudiantil. Aunque durante este
período organismos de defensa de derechos humanos cifran en alrededor de 340
los adolescentes detenidos desaparecidos en el país, el carácter emblemático
del episodio conocido como “la noche de los lápices” toma notoriedad y es
rescatado en la memoria histórica como una
alegoría al escenario de “guerra interna” con que se quiso explicar y
justificar la acciones de terrorismo de estado llevadas a cabo por la
dictadura: todo el poder de fuego y brazo represivo de un gobierno dictatorial contra un grupo
jóvenes desarmados de entre 16 y 18 años secuestrados desde sus casas.
El
episodio se constituyó también en una acción orientada a lograr escarmiento y
atemorizar a los centros de alumnos, organizaciones de apoderados, o de docentes que trabajaban en la diversidad de
establecimientos escolares que operaban en el país. La escuela, antes espacio
atravesado por el activismo político y la movilización, se transformó en un
blanco preferido y prioritario de la represión transformando la propia
institucionalidad escolar en un dispositivo de ésta. De esta forma las Fuerzas
Armadas convirtieron la institucionalidad escolar en un espacio apto para el
adoctrinamiento y “disciplinamiento” social, donde se formarían los “nuevos
ciudadanos argentinos” portadores de aquellos valores que el régimen tanto
pregonaba. Este propósito está explicitado en el documento “Subversión en el
ámbito educativo, conozcamos nuestro enemigo” documento publicado en el año
1977 por el Ministerio de Educación junto con el Ministerio de Planeamiento,
distribuido e impuesto como lectura obligatoria en todas las instituciones
educativas del país
Las
declaraciones de uno de los sobrevivientes del episodio, Pablo Díaz, el año 1985 en el Juicio de las Juntas
(contra civiles y militares que desataron el genocidio argentino) y las
entrevistas publicadas posteriormente a los sobrevivientes develan una arista
del episodio hasta ese año menos explicitada. El discurso aquí registrado asocia el episodio a un operativo
de inteligencia cuyo propósito era descabezar y desarticular las organizaciones
políticas más radicalizadas de la época, en especial Los Montoneros con la cual
la Unión de Estudiantes Secundarios, (organización respecto de la cual los
secuestrados eran dirigentes), tenía fuertes vínculos. Esta vertiente interpretativa inscribe el
episodio conocido como “la noche de los lápices” en la historia argentina como
un hecho que rebasa la lucha social y
ubica a sus participantes como protagonistas de una gesta de connotación y
estatura política.
Con
los grados de libertad que disponen los artistas para recuperar la historia
usando como instrumento la creación artística, y destacando alguna de las
vertientes explicativas del episodio que aquí se exponen, literatos,
músicos, y cineastas se han inspirado en
el episodio aquí descrito para producir importantes obras como el libro escrito
por María Seoane y Héctor Ruiz Núñez y el filme dirigido por Héctor Olivera que
llevan mismo nombre: “La noche de los lápices”. También el cantautor canario
Rogelio Botanz compuso una canción basada en el testimonio de Pablo Díaz que se titula también “La Noche de los Lápices”. La banda
madrileña La Hija de Dios incluye en su
primer disco la canción Falcone dedicada a María Claudia Falcone y los demás
desaparecidos, también la banda italiana Talco incorpora en su disco Combat Circus,
la canción «Diari perduti», dedicada a María Claudia Falcone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario