REFLEXIONES SOBRE


EL NEOLIBERALISMO EN CHILE.
ESTALLIDO SOCIAL Y PROCESO CONSTITUYENTE EN CHILE
TAMBIÉN SE INCLUYE
REFERENCIAS A PUBLICACIONES SOBRE MOVIMIENTOS SOCIALES Y ECONOMÍA POLÍTICA .
INFORMACIÓN SOBRE TRABAJO DE GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN EN INSTITUCIONES Y ORGANIZACIONES SOCIALES
Y
VIDEOTECA SOCIAL (muestra de películas emblemáticas de denuncia social, en los diferentes géneros expresados en la historia del cine)

lunes, 10 de junio de 2013

8.- LA NOCHE DE LOS LÁPICES.


 Se conoce como la Noche de los Lápices a una serie de diez de estudiantes de secundaria, ocurridos (6 de ellos) durante la noche del 16 de Septiembre de 1976  y el resto los días posteriores, en la ciudad de la Plata. Este suceso es presentado por los organismos abocados a la defensa de los derechos humanos como el más emblemático de la represión  impuesta por la dictadura militar que gobernó Argentina entre los  años 1976 y 1983.  
Los estudiantes secuestrados permanecieron durante su secuestro sometidos a diversos tipos de torturas y vejámenes en cárceles clandestinas, tres de ellos fueron liberados durante  1979, un cuarto durante 1980, los otros 6 aún continúan desaparecidos: Claudio de Hacha, 17 años (desaparecido), María Clara Ciocchini, 18 años (desaparecida), María Claudia Falcone 16 años (desaparecida), Francisco López Muntaner 16 años, (desaparecido), Daniel A, Rasero, 18 años (desaparecido), Horacio Ungaro 17 años (desaparecido), Emilce Moler, 17 años, (sobreviviente), Gustavo  calotti, 18 años, (sobreviviente), Pablo Díaz, 18 años (sobreviviente),  Patricia Miranda, 17 años (sobreviviente).
La doctrina de la seguridad nacional daba a la dictadura militar el fundamento ideológico para usar los dispositivos civiles (triple A) y militares que le permitieran desarticular la actividad política, reprimir y exterminar a quienes cuestionaban los “fundamentos esenciales de la Nación”. Bajo la palabra “subversivo” se denominaba a todos aquellos considerados enemigos de la Patria, quienes supuestamente alteraban el orden social y contradecían los valores e instituciones de una sociedad estructurada bajo el ideario de las Fuerzas Armadas. El resguardo de un orden sujeto a los principios de la “civilización occidental y cristiana” y del capitalismo constituyó la justificación para la implantación de un régimen basado en el terror. Los militantes políticos y sociales, la mayoría de ellos jóvenes, fueron las principales víctimas de terrorismo de Estado.
En el contexto de la doctrina de seguridad nacional adoptada como principio guía del comportamiento político-militar de la dictadura no resultó extraño que la propia  información oficial justificara el operativo apelando a la condición de líderes que ostentaron los secuestrados  en  las marchas y ocupación de establecimientos escolares  por la restitución de la rebaja del boleto escolar secundario acaecidas durante el mes de septiembre del año 1975 en todo Buenos aires y liderada por los centros de estudiantes de los colegios de La Plata, en los cuales los 10 secuestrados estudiaban y eran dirigentes de sus centros de alumnos. Aunque la movilización logra restituir el mes siguiente el beneficio,   el Gobierno vuelve a suspenderlo el año 1976, los estudiantes habrían sido secuestrados entonces como medida de prevención para evitar la repetición de los sucesos acaecidos el año anterior.
Esta hipótesis es sostenida también por la CONADEP, (Comisión Nacional de Detención de Personas) según la cual los muchachos fueron secuestrados por haber participado en la campaña por el boleto estudiantil. Aunque durante este período organismos de defensa de derechos humanos cifran en alrededor de 340 los adolescentes detenidos desaparecidos en el país, el carácter emblemático del episodio conocido como “la noche de los lápices” toma notoriedad y es rescatado en la memoria histórica como una  alegoría al escenario de “guerra interna” con que se quiso explicar y justificar la acciones de terrorismo de estado llevadas a cabo por la dictadura: todo el poder de fuego y brazo represivo  de un gobierno dictatorial contra un grupo jóvenes desarmados de entre 16 y 18 años secuestrados desde sus casas.
El episodio se constituyó también en una acción orientada a lograr escarmiento y atemorizar a los centros de alumnos, organizaciones de apoderados, o de  docentes que trabajaban en la diversidad de establecimientos escolares que operaban en el país. La escuela, antes espacio atravesado por el activismo político y la movilización, se transformó en un blanco preferido y prioritario de la represión transformando la propia institucionalidad escolar en un dispositivo de ésta. De esta forma las Fuerzas Armadas convirtieron la institucionalidad escolar en un espacio apto para el adoctrinamiento y “disciplinamiento” social, donde se formarían los “nuevos ciudadanos argentinos” portadores de aquellos valores que el régimen tanto pregonaba. Este propósito está explicitado en el documento “Subversión en el ámbito educativo, conozcamos nuestro enemigo” documento publicado en el año 1977 por el Ministerio de Educación junto con el Ministerio de Planeamiento, distribuido e impuesto como lectura obligatoria en todas las instituciones educativas del país
Las declaraciones de uno de los sobrevivientes del episodio, Pablo Díaz,  el año 1985 en el Juicio de las Juntas (contra civiles y militares que desataron el genocidio argentino) y las entrevistas publicadas posteriormente a los sobrevivientes develan una arista del episodio hasta ese año menos explicitada. El discurso aquí  registrado asocia el episodio a un operativo de inteligencia cuyo propósito era descabezar y desarticular las organizaciones políticas más radicalizadas de la época, en especial Los Montoneros con la cual la Unión de Estudiantes Secundarios, (organización respecto de la cual los secuestrados eran dirigentes), tenía fuertes vínculos.  Esta vertiente interpretativa inscribe el episodio conocido como “la noche de los lápices” en la historia argentina como un hecho que rebasa la lucha social  y ubica a sus participantes como protagonistas de una gesta de connotación y estatura política.
Con los grados de libertad que disponen los artistas para recuperar la historia usando como instrumento la creación artística, y destacando alguna de las vertientes explicativas del episodio que aquí se exponen, literatos, músicos,  y cineastas se han inspirado en el episodio aquí descrito para producir importantes obras como el libro escrito por María Seoane y Héctor Ruiz Núñez y el filme dirigido por Héctor Olivera que llevan mismo nombre: “La noche de los lápices”. También el cantautor canario Rogelio Botanz compuso una canción basada en el testimonio de Pablo Díaz  que se titula también  “La Noche de los Lápices”. La banda madrileña  La Hija de Dios incluye en su primer disco la canción Falcone dedicada a María Claudia Falcone y los demás desaparecidos, también la banda italiana Talco incorpora en su disco Combat Circus, la canción «Diari perduti», dedicada a María Claudia Falcone.

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