REFLEXIONES SOBRE


EL NEOLIBERALISMO EN CHILE.
ESTALLIDO SOCIAL Y PROCESO CONSTITUYENTE EN CHILE
TAMBIÉN SE INCLUYE
REFERENCIAS A PUBLICACIONES SOBRE MOVIMIENTOS SOCIALES Y ECONOMÍA POLÍTICA .
INFORMACIÓN SOBRE TRABAJO DE GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN EN INSTITUCIONES Y ORGANIZACIONES SOCIALES
Y
VIDEOTECA SOCIAL (muestra de películas emblemáticas de denuncia social, en los diferentes géneros expresados en la historia del cine)

miércoles, 5 de junio de 2013

10.- LA REVOLUCIÓN PINGUINA.


La movilización estudiantil del año 2006 corresponde a una serie de manifestaciones realizadas por estudiantes secundarios en Chile entre Abril y Junio de ese año, reactivadas en septiembre y Octubre y el aparecimiento de breves escaramuzas el 2008. La movilización es identificada informalmente como Revolución de los Pinguinos o Revolución Pinguina debido al tradicional uniforme utilizado por los estudiantes. Para dimensionar su extensión cuantitativa se destaca  los sobre 100.000 estudiantes de más de cien colegios del país que se encontraban movilizados el viernes 26 de Mayo, antes del Paro Nacional de Estudiantes convocado para el Martes 30, el cual habría contado con una adhesión de más de 600.000 escolares. . En una entrevista meses más tarde señalaría María Jesús Sanhuesa, la  líder más emblemática de la llamada revolución pinguina: “……el movimiento del 2006 se armó de manera invisible, sin que nadie se esperara que fuera tan tremendo”
Las primeras manifestaciones asociadas al conflicto tienen lugar el 25 de abril, desde esa fecha y hasta el 16 de Mayo (con la convocatoria al primer paro nacional) se suceden movilizaciones a diario en diversos establecimientos a lo largo del país. La demanda estaba reducida a mejoras de infraestructura en algunos colegios, la gratuidad de la PSU (prueba de selección universitaria), el uso del pase escolar las 24 horas del día los 7 días a la semana, y el mejoramiento de la jornada escolar completa.  A mediados de mayo el movimiento había alcanzado un nuevo estadio, las redes sociales habían develado el tremendo poder de convocatoria que poseen cuando se sabe hacer uso de ellas.
Cuando el movimiento se instala en el escenario social y político del país, la presencia de sus dirigentes emerge y se agiganta en los medios. Recibe el apoyo de universitarios, profesores y la comunidad escolar en general. Hacia el 18 de mayo los movilizados demandaban reforma a la LOCE, (ley orgánica constitucional de enseñanza), término de la municipalización  y mejoramiento de la jornada educacional completa. La movilización durante la segunda quincena de Mayo se expande rápidamente a todo el país. Al concluir el mes, la prensa, aludiendo a fuentes policiales,  informaba la existencia de 900 colegios y 800.000 estudiantes movilizados, lo que expresa el 80% de la población escolar; a esto habría que agregar los más de 100.000 universitarios en tomas, paros y jornadas de reflexión.
La reacción del Gobierno estuvo a cargo del Ministro de Educación (Martín Zélic) y se redujo a condicionar las conversaciones al término de las movilizaciones. El conflicto se prolonga hasta la víspera de un viaje programado por la jefa de gobierno con anterioridad a Estados Unidos. A fin de no cargar  la pesada mochila del conflicto a la gira, la propia presidenta,  un día después del paro nacional del 5 de junio, en cadena nacional firma un proyecto de ley que es enviado de inmediato al parlamento y contiene las reformas constitucionales requeridas para abordar algunos de los temas de fondo. Anuncia también la creación de una comisión amplia con participación estudiantil abocada a inyectarle contenidos a las reformas demandadas a la LOCE, la jornada escolar completa y la municipalización. Seis días después una de las organizaciones de segundo grado la UNES (Unión Nacional de Estudiantes)  acuerda la entrega de los colegios que aún permanecían en tomas.
La nebulosa en materia de resultados que dejaban los logros asociados al envío al parlamento de un proyecto de ley de reforma constitucional y la creación de un Consejo Asesor Presidencial mandatado para dar sustancia a las reformas prometidas, se acentuaba debido a la desconfianza que transparentaban las posturas de las autoridades de gobierno formuladas respecto de los temas tratados en las mesas de negociación que operaron a lo largo de todo el conflicto. En el Consejo Asesor primero los estudiantes solicitaron participación paritaria, petición que fue rechazada de plano alcanzando finalmente un reducido  17% de representación. Al poco andar los estudiantes se retiraron. La discusión se prolongó primero al interior de la comisión y posteriormente en la Cámara  de Diputados y el Senado durante casi dos largos años. Durante este lapso de tiempo la movilización estudiantil se hace presente de manera reducida, sólo en los meses Agosto y Septiembre de ese año 2006, para posteriormente reducirse a declaraciones y visitas esporádicas y espontáneas  al parlamento cuando los proyectos fueron discutidos y votados en las comisiones y sala.
El balance que arroja el seguimiento de las medidas propuestas por M. Bachelet da para todo. Incluso aquellas que sólo requerían para materializarse decretos gubernamentales tuvieron distinta suerte. El uso permanente del pase escolar y el pago de un pasaje de valor reducido, como era tradicional, fue incorporado a los convenios que se firmaron con la implementación del Transantiago y sólo beneficiaron a los estudiantes radicados en la capital. La Jornada Escolar Completa no sufrió modificaciones sustantivas lo cual requirió priorizar para ese propósito el desvío de  recursos para materializar la infraestructura aún requerida. Comentario aparte merece el seguimiento a los temas de la desmunicipalización y la LOCE, por cuanto con los estudiantes desmovilizados y fuera del Consejo Asesor Presidencial la iniciativa se trasladó a este organismo donde predominaron las ideas conservadoras. De esta forma, las propuestas ya carentes de los contenidos demandados por los estudiantes fueron terminadas de ser desnaturalizadas durante la discusión en el parlamento donde la iniciativa fue tomada por la derecha y los sectores del ala más reaccionaria de la concertación que eran miembros de las comisiones de educación de ambas cámaras.
La aparición en el escenario político y social de jóvenes quinceañeros con Jumper y calcetas  la mujeres y chaquetas azul piedra  o buzo los varones sorprendió a medio mundo. Rápidamente fueron sometidos a una exposición mediática que sus dirigentes sortearon con galanura y elegancia. El conocimiento de los problemas que enfrentaban, el dominio de las soluciones y demandas que levantaban, la fortaleza de sus convicciones y decisión de defenderlas removió la conciencia del país entero. Ingresaban a los salones del gobierno y el parlamento a dialogar de igual a igual con las autoridades y demostraban un dominio en el uso del poder de las redes sociales como instrumento de movilización y lucha social como no se conocía hasta ese momento. En la calle y asambleas, megáfono en mano, con consignas audaces e imaginativas  y encendidos discursos se convertían en magníficos agitadores. Todo ello deslumbró a la prensa de la época. Recordamos aquí a algunos de ellos: María Jesús Sanhuesa (La Jochu), Juan Carlos Herrera (El comandante Cornejo), Julio Isamit (EL guatón farandulero), Karina Delfino, Cesar Valenzuela, María Huerta.
 La incorporación de la educación a la agenda, el debate y la acción política, o dicho de otra forma, la instalación de la educación como tema país  fue quizás el mayor logro de la revolución pinguina. La Reforma de la LOCE (Ley orgánica constitucional de educación) decretada el último día de gobierno de la dictadura y mantenida sin variaciones su vigencia durante los 17 años siguientes, pasó, de no estar en la agenda del Gobierno, a cobrar una inusitada presencia, su costo fue la caída de dos ministros. Fueron los estudiantes en las calles el año 2006 los que generaron al interior de la sociedad civil la fuerza necesaria para pasar por encima de los enclaves autoritarios enquistados en la sociedad política y obligaron a los propios agentes políticos a cambiar las prioridades. El contenido del nuevo reglamento que se elaboró y decretó después de una engorrosa discusión liderada por la derecha al interior del Parlamento, y sin movilización estudiantil, registró sólo cambios de maquillaje. Ese no es punto. Aún así, ese error de cálculo  “la clase política” lo pagará el 2011 ganándose la desconfianza de otros estudiantes que ese año volvieron a tomarse las calles
Con la revolución pinguina nace en el país un movimiento social de nuevo tipo construido con la lógica del hipervínculo, liderado por muchachos que se habían criado jugando con los computadores, y ahora recorrían el país usando las rutas cibernéticas,  creando organizaciones virtuales y configurando redes sociales que multiplicaban la capacidad de movilización por millones y con costos cercanos cero si se dispone del equipamiento. El país fue gratamente sorprendido cuando en tiempo record se organizaban eventos que acogían a cientos de dirigentes y  marchas callejeras que movilizaban a cientos de miles de personas. Las autoridades observaban atónitas el fenómeno y permanecían cada vez más confundidas. Se había instalado en Chile lo que los analistas del fenómeno de los indignados movilizados en Madrid y Nueva York cinco años después identificaron con la categoría “movimiento social posmodernista”. Junto a ello al alero de la dinámica de movimiento nace una nueva categoría organizacional: la asamblea; y al alero de la dinámica del movimiento, un liderazgo de nuevo tipo que se empodera  al fragor del debate democrático, proyecta  audacia en las calles y transparenta lucidez  en los medios: la vocería. No obstante el magro balance de resultados finalmente alcanzados la revolución pinguina marcará un antes y un después en el desarrollo del movimiento estudiantil chileno y será considerada un hito sin precedentes en la historia de los movimientos sociales.

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